En esta charla exclusiva con Pasión informativa, Germán Vilella cuenta sobre su experiencia como baterista en “Los Rodríguez”, su presente alejado de los escenarios y los planes que tiene para el futuro.
Germán José Vilella Parra es un baterista español. En la década de 1990, formó parte de la banda hispano-argentina “Los Rodríguez”, junto a Andrés Calamaro, Ariel Rot y Julián Infante.
¿Cómo fue haber estado en “Los Rodríguez”?
-Una de las mejores cosas que me han pasado en mi carrera profesional. Fue una experiencia corta pero muy intensa.
¿Habías estado en otras bandas anteriormente?
-Era músico de sesión y tuve mis propias bandas. Una de rock duro, llamada “Prisma”, que tuvo cierto renombre, otra llamada “Los millonarios” con los que grabamos un disco. Después fui músico de sesión de artistas conocidos, dentro y fuera de España, como Luz Casal, Luis Eduardo Aute, Mercedes Ferrer, Joaquín Sabina. Un poquito de todo esto antes de Los Rodríguez.
¿Cómo empezaste a tocar la batería?
-Un poco por casualidad. Lo que me interesaba a mí era tocar el bajo, formamos un grupo con unos amigos del colegio, uno de ellos se compró un bajo antes que yo y lo que quedaba era la batería.
¿Cuáles fueron tus influencias musicales?
-En un principio Beatles, Rolling Stones, Elvis Presley, Bob Dylan. Después evolucioné hacia el rock de los 70′.
¿Te esperabas el éxito que tuvieron con “Los Rodríguez”?
-Si y no. Desde que comencé a tocar la batería siempre esperé tener éxito pero no sabía si sería concretamente con “Los Rodríguez”. Para ese momento llevaba 15 años de profesional y empezaba a perder la esperanza.
¿Tenés otras pasiones además de la música?
-La educación en general, la neurociencia. Después de retirarme de los escenarios estudié en la universidad Pedagogía, después hice un máster en Neuropsicología que terminé en 2017 y ahora acabo de terminar un máster en Orientación educativa. Estoy muy centrado en lo que es educación, neurociencia y también temas espirituales de tendencia oriental como el Budismo y la meditación.
¿Cómo fue la separación de “Los Rodríguez”?
-Fue difícil. En un principio no se sabía si era una separación definitiva, era tomarnos un tiempo para que se aclarase lo que queríamos hacer. Algunos lo tenían mas claro que otros. Andrés Calamaro lo tenía muy claro: seguir una carrera solista. En un principio fue traumática, tardó tiempo en cicatrizar.
¿Cómo eran Dani Zamora, Guille Martín y Julián Infante?
-Son tres personas que ya no están entre los vivos, tres personas muy especiales, muy importantes en mi vida. Uno de los grupos que mencioné al principio, Prisma, fue con Dani Zamora en el año 84'. Con Guille Martín tuve muchas experiencias, sobre todo de amistad, en los años previos a “Los Rodríguez”. Con Julián Infante, la amistad que iniciamos en el 89' fue precisamente lo que desembocó en la formación de “Los Rodríguez”. Tres personas muy excepcionales. Es una gran lástima que no estén ahora mismo aquí.
De los shows en los que tocaste: ¿hay alguno que más hayas disfrutado?
-Es imposible decirlo porque cada concierto es una experiencia diferente y además se disfruta de una manera muy diferente a lo que seguramente el público se puede imaginar. Sobre todo se disfruta cuando ha terminado y uno sabe que lo ha hecho bien. Mientras estás haciendo el concierto realmente estás dentro de una burbuja de concentración que te permite pensar en otras pocas cosas, estás en un universo musical.
¿Cómo fue el reencuentro con Ariel Rot y Calamaro para grabar en el disco tributo a Sabina?
-Fue un reencuentro muy emotivo. Con Ariel nos habíamos estado viendo periodicamente, cuando él venía por donde yo vivo, cuando yo iba por Madrid. También grabamos un disco en el año 2003, de su carrera solista, titulado Lo siento Frank. Pero con Andrés estuvimos mucho tiempo sin tener contacto, lo retomamos allá por 2015, nos dimos cuenta que habíamos perdido mucho tiempo y nos pusimos al día enseguida. Fue todo muy afectuoso.
¿Cómo está actualmente la situación en España por el Coronavirus?
-Aquí se ha exagerado mucho todo este tema, todavía están obligando a la gente a ir con “bozales”. Así les decimos a los barbijos, porque nos parece que hacen más la función de bozal, que la función sanitaria. Está todo muy exagerado y realmente cuesta entender por qué se ha organizado todo este espectáculo en torno a una gripe. Cada año tenemos gripe y no pasa nada.
¿Qué le recomendarías a alguien que quiera dedicarse a la música?
-Te tiene que apasionar porque es una carrera profesional muy difícil. Tiene dos vertientes: una es la puramente musical, que es muy gratificante. Cuanto más dedicas a la música, más te devuelve. Pero después está la otra vertiente profesional, referida a lo que es el negocio en el cuál hay muchas personas que no son músicos y no entienden de música, pero viven de ella. Lo único que pretendes es hacer negocios, y esta gente no nos suele tratar con mucha consideración. La música como práctica sin buscarle un rédito económico es lo más maravilloso que hay, pero hay que estar atento a no esperar que te de un medio de vida porque no solo tienes que ser bueno, sino tener mucha suerte, y el mundo está lleno de personas que lo han intentado y se les ha roto el corazón.
En lo profesional y en lo personal: ¿qué planes tenés para el futuro?
-Seguir con lo que estoy haciendo. Mi carrera actual es la educación. Y en lo personal, el cultivo interior basado en conocimientos desde la neurociencia, a nivel científico, o como el budismo, la introspección y temas más alejados de la ciencia. Ahora, en toda esta circunstancia que nos ha venido encima, habrá mucha gente necesitada de ayuda, de educación, de soporte anímico y voy a intentar ayudar a las personas que la pasarán mal por todo esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario